Las dificultades de aprendizaje tienen un origen…en ocasiones propiciado por la genética, otras por circunstancias ocurridas durante el embarazo y/o el parto y otras por condiciones ambientales poco propicias durante los tres primeros años de vida, especialmente durante el primer año de vida.

Contra la genética, todavía, parece difícil luchar. Las condiciones del embarazo y el parto podemos mejorarlas atendiendo algunos consejos, que serán motivo de otro comentario. Pero lo cierto es que siempre podemos decidir cómo acompañar los primeros años de vida de nuestr@s hij@s. La llegada de un bebé a la familia es motivo de alegría, pero no podemos negar que también provoca cierto estrés (especialmente si se trata de nuestro primer hij@) y preocupación. Por si fuera poco, en los últimos años se suceden teorías, habitualmente contradictorias, acerca de cómo ha de ser la crianza: lactancia materna/biberón, cuánto tiempo debemos dar el pecho si optamos por lactancia materna, si el bebé debe dormir con nosotros y durante cuánto tiempo, si debe hacerlo boca abajo o boca arriba, si debemos acudir inmediatamente y tomarlo en brazos al primer llanto o debemos intentar que se consuele solo… Las mamás y –cada vez más- los papás, se sienten bastante desconcertados y comienzan a recopilar información. Por eso, por si sirve de algo y a alguien, voy a explicar lo que mi experiencia como madre y como profesional interesada en el tema, me ha enseñado. En primer lugar, considero muy importante tener en cuenta el instinto materno. Porque creo que la naturaleza nos ha dotado de él para que seamos capaces de criar de la manera más saludable posible. Es decir, lactancia materna, brazos, habitación compartida, atender al bebé cuando lo requiera, mucho contacto físico, mucho cariño y todo lo que la mamá crea personalmente que debe hacer. En segundo lugar, pero también muy importante, debemos dejar libertad de movimientos a nuestro bebé. Es decir, emplear carritos suficientemente amplios, para que puedan mover sus extremidades con libertad. Hay que dejarlos en el suelo (bien acondicionado y con la suficiente seguridad) boca abajo todo el tiempo que sea posible, cada día. Esto le proporcionará la oportunidad de fortalecer su espalda, durante los primeros meses de vida. Más tarde, le permitirá arrastrarse y gatear, desplazándose con libertad, hasta que sea capaz de ponerse en pie y caminar. En estos tiempos, parece inevitable mantener a los bebés semi-inmovilizados en carritos muy pequeños, que les impiden el movimiento. Pero esa libertad de movimientos es muy importante para que nuestros pequeños realicen los movimientos necesarios para una adecuada organización neurológica.

Si no permitimos y propiciamos estos movimientos, así como el arrastre y el gateo,  nuestr@s hij@s sufrirán las consecuencias más adelante, ya sea con dificultades de aprendizaje o con carencias motrices, visuales…que derivarán en un más que probable escollo para el adecuado desarrollo escolar de nuestr@s hij@s.