Nuestro cerebro dispone también de dos hemisferios, que controlan este complejo sistema, integrando la información sensorial, orientándonos en el espacio y el tiempo y, en definitiva, ayudándonos a interpretar de manera eficaz la información que nos llega sobre el mundo que nos rodea.
Además, los dos hemisferios cerebrales presentan una especialización en determinadas funciones cognitivas. Se asocia el hemisferio izquierdo con la zona que procesa de forma verbal, lógica, secuencial. El hemisferio derecho es más intuitivo, global, creativo, así como más capaz con las relaciones espaciales y el procesamiento simultáneo de la información.
Una lateralidad bien establecida es un factor facilitador de los diferentes aprendizajes (a partir de los 7-8 años), siendo un factor de riesgo en caso contrario (lateralidad no definida).
Hablamos de lateralidad homogénea cuando mano, pie, ojo y oído ofrecen una dominancia en el mismo lado del cuerpo, ya sea en el lado derecho (diestro) o izquierdo (zurdo).
Estamos ante una lateralidad cruzada cuando existe una lateralidad distinta de la manual para pies, ojos u oídos (por ejemplo, mano derecha dominante con dominio del ojo izquierdo).
La lateralidad cruzada mano-ojo ha sido una de las más estudiadas y, con frecuencia, es sinónimo de dificultades de aprendizaje, especialmente en lo que se refiere a la lecto-escritura.