Para explicar el concepto de Reorganización Neurológica, me gustaría dejar claro que, desde nuestra perspectiva, las dificultades de aprendizaje suponen una cierta desorganización neurológica.

Hay bebés que ya llegan al mundo con dificultades, no están bien posicionados para nacer por parto vaginal y, en muchos casos, nacen por cesárea. Otras veces necesitan fórceps u otros aparatos obstétricos para pasar por el canal del parto. Esto sería un primer indicativo para sospechar una deficiente organización neurológica del bebé.

Pero ¿qué significa organización neurológica?. Pues decimos que un niño tiene una adecuada organización neurológica o cerebral cuando puede realizar fácilmente -y sin un gasto excesivo de energía- las funciones que corresponden a cada edad. Me refiero, por supuesto, a niños que no padezcan enfermedades físicas o daños neurológicos que lo justifiquen.

Es decir que, cuando al bebé le toque nacer, pueda hacerlo por parto natural, que se pueda arrastrar alrededor de los 3 meses de edad, que pueda gatear a los 8 meses de vida o que aprenda a caminar antes de los 15 meses. Pero también que tenga unos ritmos adecuados de sueño/vigilia, que sea capaz de decir sus primeras palabras alrededor del primer año de vida, etc.

Existen numerosos indicativos que nos hablan de una desorganización neurológica, entre los que podemos destacar también las dificultades de equilibrio y coordinación, relacionadas con juegos de pelota, no ser capaz de parar quieto en la silla cuando el resto de los niños ya lo hacen o aprender a montar en bicicleta.

Un niño que sufra desorganización neurológica debutará con dificultades de aprendizaje, con lentitud en la lectoescritura, problemas de comportamiento, dificultad para el control de sus impulsos….

Una vez determinado el concepto, lo verdaderamente importante es dejar claro que una REORGANIZACIÓN NEUROLÓGICA es posible, siempre y a cualquier edad. Porque ya sabemos cómo se organiza el cerebro y conocemos técnicas para realizar una organización cerebral mucho más eficiente.

Las terapias basadas en una Reorganización neurológica observan los síntomas que manifiesta un niño, un adolescente o incluso un adulto, y, en lugar de tratar directamente esos síntomas, interviene en las causas que los han provocado.

El cerebro se organiza de abajo a arriba, de las partes más primitivas a las más complejas. Y, precisamente, reorganizando esas zonas más primitivas del cerebro, es como conseguimos reorganizar neurológicamente el sistema nervioso central.

Es decir, estimulamos -a través de movimientos- ciertos sentidos, como el sentido del tacto, de la propiocepción, del equilibrio… y, con ello, conseguimos que ciertas reacciones y movimientos reflejos que interfieren directamente con el aprendizaje, el comportamiento y las emociones, desaparezcan, para dar paso a nuevas capacidades, ahora sí, libres de impedimentos.

Lo que realmente conseguimos con una buena Reorganización Neurológica es crear nuevas rutas neuronales, mucho más eficientes y estables. La repetición de determinados movimientos durante estas terapias, consiguen que las nuevas rutas neurológicas creadas se estabilicen, gracias a la mielinización.

Por eso decimos que nuestro cerebro, tras una buena Reorganización Neurológica, es mucho más eficaz y eficiente.