Cuando un niño ha aprendido a leer y escribir con cierta soltura y, sin embargo, continúa cometiendo abundantes faltas de ortografía (por encima del nivel que le corresponde por edad) deberíamos hacerle una buena evaluación para valorar sus carencias.

Disortografía es el término que describe esta situación. Y, habitualmente, es un rasgo significativo de Dislexia que, en niños más pequeños, viene unido a dificultades en la lectura y en la comprensión lectora. Y, en niños más mayores, suele aparecer aislado, ya sin esas dificultades de lectura.

Un trabajo dirigido a organizar neurológicamente y a conseguir una buena lateralización de estos niños, será muy efectivo para solventar esta dificultad.