Algunos niñ@s son más sensibles que otr@s, hay niñ@s con una percepción muy alta de todo lo que ocurre a su alrededor, que desean hacer las cosas bien pero no les salen como ell@s querrían, que se sienten frustrad@s…

En definitiva, est@s niñ@s se sienten constantemente amenazad@s. Son los niñ@s que tienen muy presente un reflejo primitivo, el reflejo de Moro. De manera que, con cada estímulo externo que no esperan (y ya sabemos que pueden ser muchos cada día) se sobresaltan y se sienten agredid@s, de manera casi constante.

Y ¿qué ocurre cuando un ser humano se siente agredid@?, pues que responde desde estructuras muy básicas de su cerebro, instintivas y no racionales, para asegurar su supervivencia. A pesar de que su supervivencia no está en juego, su cerebro (por el reflejo de Moro activo) lo percibe de esta manera. Y las reacciones de supervivencia de un ser humano son dos: lucha o huida.

Difícilmente puede huir un niñ@ del lugar donde está, no tiene esa autonomía. De manera que le queda una única respuesta de supervivencia: la lucha. Y ahí tenemos a nuestr@ hij@, en permanente lucha con el mundo.

Y ya sabemos que, durante la infancia, los padres somos el mundo más importante de nuestr@s hij@s. Aunque también podrán ser niñ@s muy discutidores con sus compañer@s, amig@s e incluso maestr@s.

Cuando trabajamos su reflejo de Moro y conseguimos integrarlo y hacerlo desaparecer, es como si una varita mágica les hubiera tocado y, ¡magia!, el carácter de nuestr@ hij@ cambia radicalmente.

Os atrevéis a probarlo? En Creha tenemos la solución…y es muy sencilla.